La educación es la base de la convivencia con tu perro. Si le permites hacer diabluras sin control y si no lo corriges a tiempo, tendrás problemas más adelante.
Recuerda que los perros aprenden mejor cuando los premias por sus comportamientos positivos que cuando los castigas por hacer algo malo.
Por ejemplo, para enseñarle a hacer sus necesidades en el parque, lleva siempre contigo pequeños bocados (trocitos de jamón, por ejemplo), y prémialo cuando lo haga bien.
Los cachorritos suelen ser inquietos, y a veces calman su instinto de entrenar la mordida acabando con los muebles, los libros o los zapatos… Lo mejor es prevenir: no dejes nada que pueda dañar a su alcance.
Y si debes reprenderlo, utiliza un tono de voz firme y una sola palabra –nunca su nombre– para que al escucharla siempre sepa que hizo algo malo.
Debes ser paciente: al principio el perrito no entenderá muy bien lo que le quieres decir, pero con el tiempo y las repeticiones irá comprendiendo mejor.
Algunos cachorros pueden tardar hasta dos o tres meses para normalizar sus horarios para ir al baño –y el lugar donde lo hacen–, así que prepárate con paciencia para limpiar cuando sea necesario.
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